Así
somos muchas veces, ciegos a nuestra propia realidad, engañándonos
a nosotros mismos sin ni tan siquiera ser conscientes de que lo
hacemos. Esto se puede hacer de muchas maneras: no queriendo ver
nuestra verdadera situación, poniendo excusas, echando la culpa a
causas externas o a otras personas, convenciéndonos de que tampoco
es tan malo, etc.
Era
un hombre que había sido encarcelado. A través de una ventana
enrejada que había en su celda le gustaba de mirar al exterior.
Todos los días se asomaba a su ventana y cada vez que veía pasar a
alguien al otro lado rompía en sonoras e irrefrenables carcajadas.
El
guardián estaba realmente sorprendido y un día ya no pudo más y le
preguntó al preso:
-Oye,
hombre, ¿a qué vienen esas risotadas día tras día?
Y el preso contestó:
- ¿Cómo que de qué me río?¡ Pero estás ciego! Me río de todos esos que están ahí. ¿No ves que están presos detrás de estas rejas?
Y el preso contestó:
- ¿Cómo que de qué me río?¡ Pero estás ciego! Me río de todos esos que están ahí. ¿No ves que están presos detrás de estas rejas?
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